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“Hicimos mucho y eso nos hace muy bien”. Roberto Santamarianova resume de esa manera el último tirón de su presidencia en la comisión directiva de la Sociedad Italiana “Unión y Benevolencia” de Firmat. La institución y su mutual están atadas a una historia de crisis y la posterior supervivencia que llevó a sobrepasar intervenciones e hipotecas. Hoy, celebra: tiene 800 socios, un cine centenario en funcionamiento y una activa relación con la comunidad. 

“Estamos dando una mano siempre”, dice Santamarianova, que afirma nunca haberse imaginado al frente de una comisión.

La mutual de Unión y Benevolencia está en la avenida Santa Fe al 1100, de la localidad de Firmat. La institución se ubica en pleno centro, en una zona en la que en épocas de su fundación, la hacían clave para la vida social de la ciudad. Sara Pascual, actual secretaria de la Comisión Directiva, recuerda que el espacio que ahora se usa para actividades culturales fue el bar Verdi. Y recuerda exclamando que en épocas de su juventud era ahí donde se sacaban las mesas a la calle y se armaban hermosas reuniones y fiestas de carnaval. Pascual recorre los salones de la Sociedad Italiana señalando cómo ese espacio significó, en épocas de su fundación, la posibilidad del encuentro y la contención entre las familias italianas de Firmat y la zona. Los recuerdos de Sara sirven para entender por qué ella, Roberto Santamarianova y varios empleados y miembros de la Comisión, decidieron ponerle fuerzas y tiempo a la Sociedad Italiana de Firmat. Lo afectivo tira y tiró lo suficiente para revivir la institución de la crisis. 

Roberto nunca se había imaginado presidiendo una comisión directiva. “¡Imaginate que ni estuve en la de la escuela de los chicos!”, ejemplifica con humor. Pero llegó. Fue uno de los ahorristas de la mutual que en 1995 perdió todo. “Me buscaron para formar la comisión normalizadora y acepté. Hubiese sido fácil bajar la persiana y decir bueno, quebramos y no le reclaman a nadie. Pero nos quedamos”, explica ahora. “Se luchó mucho para esto. Y uno termina sintiendo que brinda algo a la sociedad”, destaca. 

El presidente enumera: la sala de cine está a disposición de las escuelas y la Municipalidad, ofrecen clases de idioma italiano, de pintura, de danzas, de mosaiquismo. “Nos sentimos bien. Y para lograr todo eso, lo que nos ayuda es la parte de ayuda económica, es la pata que mantiene todo lo demás”, señala.

 

De la debacle al resurgimiento

Unión y Benevolencia es una institución centenaria y su mutual nació en 1989. Sara llegó a la mutual el año de su fundación y sigue allí. “Al principio, no andábamos bien, sino espectacular. Fueron años de bonanza y crecimiento hasta que vino la debacle, en 1995, que fue muy duro. Hubo desfalco, mala administración y vaciamiento. Casi la perdemos totalmente, pero pudimos refundarla”, reseña. 

“La mutual estuvo intervenida un año. La iban a liquidar pero la intervención tuvo piedad y formó una comisión normalizadora que fue presidida por una gran mujer, Gladys Seguí de De La Vega, que ayudó mucho. Ella le dio un gran empuje y cuando se normalizó la situación, continuó. Todavía contamos con ella: nos sigue poniendo los puntos”, cuenta Santamarianova con humor.

La crisis que marcó un antes y después en la historia de toda la institución dejó al histórico edificio y al cine hipotecados, además de a unos 200 ahorristas sin nada. “Eran unos 200 ahorristas, de los cuales quedamos en cero. Muchos, ahorristas chicos, les pagamos de a poco, con impuestos, nichos, etcétera. Cuando quedaron unos veinte logramos llegar a un preacuerdo y los ahorristas renunciaron a esa deuda. No podíamos seguir asÍ. Todos los días teníamos un embargo. Los ahorristas se portaron excelente: aguantaron, tuvieron paciencia y renunciaron para que la mutual siga. Siempre me gusta destacar eso. Si ellos no firmaban, no sé cómo seguíamos”, explica el actual presidente.

La mutual de Unión y Benevolencia pasó de tres mil socios a estar al borde de la disolución, pero se recuperó y hoy reagrupa a 800 asociados. Ese número, que comparado a los mejores tiempos puede parecer muy chico, significa la supervivencia de la institución. La mutual ofrece a sus socios el acceso a microcréditos y distintas facilidades en la relación con los bancos. Permite, además, que la Sociedad Italiana ofrezca actividades culturales a la comunidad y mantenga el centenario cine Verdi abierto y a disposición de la ciudad. “Estamos dando una mano siempre. Hacemos esto ad honorem y se siente muy bien, pero ya estamos grandes y en nuestro sexto año. Mi deseo es que venga alguien joven a presidir”, concluye Santamarianova.